Los pueblos zapatistas del sureste mexicano realizaron una jornada de actividades para celebrar y celebrarse sus 30 años de caminar en su lucha por la libertad y la justicia. Con teatro, danza, poesía, murales, una parada de sus milicianas y milicianos muy al modo zapatista, mucho baile y con la consigna del «trabajo común» se festejaron y ratificaron sus principios que son ejemplo de vida.
Por la mañana del día 30 se dieron encuentros deportivos de basquetbol, futbol y voleibol. Equipos de jóvenas y jóvenes zapatistas hicieron un torneo relámpago. Con un animador narrando el partido en la cancha de basquetbol de tierra, el público seguía las acciones de los equipos.
Por la tarde, obras de teatro narraban la historia de sus comunidades, desde la lucha contras los hacendados y capataces de la herencia colonial, el levantamiento armado y su derivación en la lucha por la autonomía de los pueblos originarios y sus derechos sobre la tierra. Cientos de zapatistas, de los llamados bases de apoyo, realizaban obras desde decenas hasta centenas de actrices y actores en escena. En ellas también mencionaban las nuevas realidades, la critica al tren maya y al corredor interoceánico, donde dos actrices vestidas de esqueletos representaban al crimen organizado que viene con el mal llamado «tren maya» encabezado por el actual gobierno, Slim y partidistas.
Por la noche, el baile fue el centro de la jornada y se bailaba la música que tocaban tecladistas y grupos musicales rebeldes. Los que visitábamos de fuera fuimos albergados, algunos en la zona sede y otras en comunidades cercanas. En ellas había una cocina comunitaria y espacios para dormir y acampar.
Al día siguiente, 31 de diciembre, se repitieron algunas obras de teatro y se sumó la danza y la poesía, en ella narraban su historia y la palabra «común» fue una constante en todas sus expresiones. Grupos de todos los caracoles daban muestra de sus expresiones artísticas como forma de recordar su rebeldía. Los pueblos que un día decidieron hacerse guerrilla y taparse el rostro ahora ven sus semillas creciendo. Su prédica es de paz y justicia, de rebeldía como método para enfrentar los retos de la llamada hidra capitalista.
Pasadas las 10 de la noche inicio el movimiento de miles de milicianas y milicianos, con su uniforme de combate de color verde y café, la mayoría con paliacate. Algunos con el famoso pasamontañas y también había quienes traían un tapabocas. Destacaba al frente un enorme contingente de milicianas, la mayoría jóvenes, al fondo miles de milicianas y milicianos marchaban organizadamente. Tras hacer un desfile o parada militar con cumbia y ska, se dio el mensaje central de la actividad, primero dirigiéndose a las y los pueblos zapatistas en tzetzal y después en español para el resto de los asistentes.
Destacaron su caminar por la autonomía y su promoción de un sistema común de organizarse. Están pensando la tierra y la vida en común, por encima de la propiedad privada, ideas elevadas y progresistas dignas de grupos humanos elevados como los que se han gestado en esas tierras rebeldes, donde a pesar del asedio y las muchas trampas del capital y el Estado lo siguen intentando y construyendo. Poniendo en ello la vida y la esperanza. «La propiedad debe de ser del pueblo y común, y el pueblo debe de gobernarse así mismo» criticando a los partidistas y al modelo capitalista, comento el Sub Comandante Insurgente Moisés frente a miles de asistentes. En medio de un territorio de riqueza vegetal, de montañas rebeldes, crecen estos pueblos dando el regalo mejor para estos tiempos tan difíciles, ser ejemplo de tierras y pueblos libres. Ser resistencia.
¡Viva el Común!
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